Dejando
a un lado la triste situación política, me preocupa especialmente, mi entorno
más íntimo. Intento rodearme de un ambiente agradable y aunque algo
deteriorado, no está nada mal. El deterioro es lógico, si no hay posibilidades
de reposición y lo único que queda, es el mantenimiento cuidadoso de todos mis
objetos, para que su vida sea larga.
Hay un
libro que nos da la clave para conseguir “vivir cómodamente”.Ese es su título y
el autor Terence Conrad, creo que el creador de la firma Habitat.
Yo por
mi parte, vivo en un piso pequeño y no con demasiada luz. He conseguido
recuperar parte de ésta, a base de mucho cristal al ácido, que sin cortinas
(que restan luz) impiden la vista desde el exterior. Es una buena solución para
los que (como a mí), parte de las habitaciones, dan a un pequeño patio, donde
los vecinos tienden la ropa. Este tipo de cristal, impide la visión, a la vez
que al no necesitar cortinas, permite que entre más cantidad de luz. Si en
algún caso (que no es el mío) se quiere “vestir” la ventana, lo ideal es una
gasa de algodón, que por su transparencia “viste” pero no oscurece. Puede ser
una opción.
Para
los radiadores (tengo calefacción central, eso si) hay unos cubres muy bonitos
y prácticos, con diferentes medidas y acabados, que permiten colocar encima
algún objeto, lo que hará mas acogedor ese rincón. (Ver fotografía)
Otra
recomendación... Los objetos de cristal, al ser menos “visibles”, crearán
espacios subjetivamente más amplios (objetivamente ocuparán el mismo volumen,
pero la sensación es otra)
Se
trata de conseguir, poco a poco, rodearnos de cosas bonitas y (por experiencia
propia) de calidad. “Lo bueno envejece con dignidad” frase de mi hermana (no se
si suya ó tomada de alguien). Es preferible poco, pero bien escogido, que mucho
para llenar por llenar.
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